jueves, octubre 20, 2005
Confusión
El tiempo ha pasado muy deprisa.Me doy cuenta de ello cada vez que hablamos todos juntos, amigo, recordando los tiempos del colegio, instituto y universidad, como si hubiera sido ayer. En esos momentos me quedo en silencio mientras la sonrisa se va diluyendo lentamente en mi rostro, y casi sin notarlo, en mi boca queda instalado el sabor agridulce de la sospecha, de que quizá aquellos tiempos que se fueron hayan sido los mejores de mi vida y que ahora todo va a peor y no podemos evitarlo. La sospecha de que aún en mi plena juventud, casi todo se me presenta borroso e incierto.Tengo mucho miedo. Temo descubrir que he tomado un camino equivocado, cuando dentro de veinte o treinta años los buenos tiempos sí queden lejanos e inalcanzables, olvidados. Temo descubrir que me he vendido, que he encorvado mi espalda y sacrificado mi vista durante horas interminables frente a un monitor, que he perdido momentos irrecuperables, para nada.Éramos más que un grupo de amigos, eramos como hermanos, lobos de una misma camada, todos juntos, unidos como una piña. Y ahora no somos nada, nos deshacemos como la sal en el agua. Triunfadores dirían otros, sí, pero diluidos en el agua, en el mar de gente que nos rodea.¿Qué hemos hecho? ¿Qué no he hecho? ¿Cómo he llegado a levantarme cada día a las seis de la mañana, para regresar a casa a las ocho? Envidias mi nómina, envidias mi traje, mi camisa blanca y mi corbata azul. Yo envidio tu tiempo libre, cada minuto que pasas sentado en el cesped al sol, como un gato. Envidio tu libertad; anhelo tu libertad, mi libertad perdida bajo el yugo de una corbata.
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