Ser policía en esta ciudad es difícil. La gente no te respeta, incluso te insultan. No, no es fácil. Imaginen entonces lo duro que es para mí, que ni siquiera soy policía.
Ser guardia jurado es arriesgado, y más aún en la red de metro de Madrid; requiere ser una persona dinámica y eficaz, atrevida. Yo reconozco que no me importa utilizar la porra para imponer orden. Esta estación es mi estación, y no acepto desórdenes ni incumplimientos del reglamento.
El otro día por ejemplo, me encontré un tipo en el andén. Estaba fumando. Sí, sí, como lo oyen: fu-man-do. El tipo estaba allí, llevando aquel cigarrillo apestoso de la mano a la boca y de la boca a la mano. Aquella mano, dios ¡qué asco! con los dedos y las uñas amarillentas. Todo el mundo sabe que está terminantemente prohibido fumar aquí dentro, no solo en los vagones del tren, sino en toda la red. Y allí estaba aquel ser despreciable, exhalando el repulsivo humo de su pitillo.
No me quedó otro remedio que acercarme a él e invitarle a apagar el cigarro... ¡qué dura es mi labor!.
- Disculpe caballero, está prohibido fumar aquí – le dije yo. ¿Saben lo que respondió? El muy cabronazo respondió:
- Todo el mundo fuma aquí, ¿voy a ser yo menos que los demás? – eso es lo que el tío me respondió. Maldita sea, debí arrojarle directamente a la vía en aquel momento, pero decidí ser considerado y controlarme.
- Nadie fuma en esta estación, se lo aseguro. Por favor, apague el cigarrillo.
El tipo ni siquiera se dignó a responder. Sí, definitivamente, sólo hay un trabajo en el mundo más duro que ser policía: ser guardia jurado. Nadie te toma en serio, nadie te respeta... no se dan cuenta del poder que puedes – y debes - ejercer.
Siguió allí de pie, fumando, contaminando mi estación...
Subí con celeridad las escaleras mecánicas hasta la taquilla, y me dirigí rápidamente a mi amigo Joe, que estaba sentado tranquilamente al otro lado del cristal, leyendo el periódico y comiendo unos de esos paquetitos de gusanos gordos y anaranjados, que te dejan olor a queso por todo el día.
martes, octubre 26, 2004
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