lunes, septiembre 20, 2004

Caniche de Mierda (I)

“Caniche de mierda”, pensó Tito mientras observaba con atención desde su ventana. Abajo, en la calle, la vieja Machocha paseaba con su perro. Se trataba de un ser detestable que rivalizaba con su dueña en fealdad y pestilencia. De raza caniche y color blancuzco amarillento, no debía pesar más de siete u ocho kilos. Tenía los ojos pequeños y maliciosos, semiocultos tras unos mechones rizados de pelo; el rabo cortado permitía apreciar el cerco marrón de excrementos que le rodeaba el horrendo ano. Aquel animal repulsivo atendía al odioso nombre de “Curro”. Su propietaria no quedaba atrás: una mujer extremadamente obesa, cercana a los cuarenta y con el cabello muy corto y rojizo, grasiento y con residuos de todo tipo.
Cada mañana, Machocha y Curro salían a pasear su olor repulsivo por la calle de Tito. Desde la ventana, él solía observarles. El perro siempre iba sin correa, olisqueando aquí, orinando allá... pero siempre, siempre defecaba frente a la casa de Tito; aquellos pequeños pegotitos de mierda blanda y marrón se acumulaban mañana tras mañana en el portal.
Puede que a una persona normal esto le supusiera una molestia, aquel brinco inevitable para esquivar los malolientes excrementos al entrar y salir del portal. Pero para Tito era un tormento, porque él no podría saltar nunca, a no ser que alguien inventase una silla de ruedas con muelles o algún otro tipo de resorte.
Y es que la vida de Tito no era ni mucho menos sencilla. Cada mañana se levantaba y acudía al taller donde confeccionaba pequeñas piezas de bisutería; era el trabajo que el Ayuntamiento le había conseguido tras el accidente. Siempre pensaba, al entrar al taller, lo paradójico que resultaba que aquel ingeniero industrial de veintiocho años hubiera terminado así, fabricando collares baratos por tres euros la hora para señoras de mierda con caniches de mierda, como Machocha.
contiuará...

No hay comentarios: